En estas fotografìas la señora Giulia Pecori de Nigro es ya anciana.
Lamentablemente no se han encontrado imàgines de su juventud. Sobretodo
no fueron encontradas aquéllas que habrìan confirmado su fama de pequeña
Venus. Pero, en fin de cuentas, lo és también aquì, una pequeña
càndida amorosa Venus.
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La madre Giulia Pecori, nacida y criada en Pisa hasta el momento del matrimonio con
el entonces, jovencito Profesor Gabriele Nigro, no habìa estudiado, como a menudo
en aquellos tiempos podìa suceder a una hija mujer. En conclusiòn, no sabìa nì leer
nì escribir, era una analfabeta. Para la familia eso no constituìa ciertamente un problema.
La chica era muy bella, menuda, no alta, ojos azules, bien formada, se la podìa definir
una pequeña Vénus. En definitivo, un buen marido para ella se lo podìa siempre
encontrar, y por lo tanto su futuro era ya definido.
La familia de la futura madre de Mario Nigro era habituada a invitar a almorzar jòvenes
estudiantes prometientes, naturalmente conocidos, y con invitaciones enmasqueradas
de pùblicas relaciones pero en realidad la finalidad ùltima, es decir la principal, no
revelada pero fàcilmente intuible, era de encontrar un buen partido para cada una de
las tres jovencitas. El hecho està que también Gabriele Nigro, normalista de la Facultad
de Matemàtica, obtiene un puesto en la mesa delante a tres bellìsimas y florescientes
chicas. No se sabe bién con que enlaces fuese llegado a la casa, pero todo sumado entre
las tres jovencitas eligiò enseguida una: mi abuela.
Se casaron y con infinita paciencia, en el tiempo libre del trabajo en la escuela, le enseñò
a leer y escribir, y tuvieron cuatro hijos, el ùltimo de ellos, Antonio Mario Nigro, serà mi
padre, y serà siempre llamado por todos, simplemente Mario.
Giulia Pecori de Nigro era amante de las polémicas, y a menudo hasta pleitera. Y algo lo
supieron las nueras, con las que no tuvo una relaciòn muy fàcil. De todos modos fué una
mujer muy generosa, que sabìa siempre encontrar una manera para hacerse perdonar
sus arrebatos. Y ademàs cocinaba verdaderamente bien, y con los mega almuerzos a los
que participaban todos sus hijos con sus esposas y esposos y la siempre màs numerosa
prole, hacìa subir su puntaje de agrado.
Su padre fué un noble Florentino, que , “carbonaro”(expresiòn para
distinguir la participaciòn a un grupo de patriotas de aquélla época) y amigo ìntimo
de Giuseppe Mazzini, no dudò a abandonar los privilegios de su casta para darse con
alma y cuerpo a las guerras Garibaldinas, y se cree que a su hija Giulia no le habrìan
agradados jamàs estas “correrìas” paternas, y recriminase frecuentemente estos
hechos a su padre que dedicandose al patriotismo habìa hechado a perder su noble
descendencia.
Ademàs de su actividad como ama de casa, esposa interrégima, madre amorosa y
delicadisima,una vez de haber crecidos sus hijos, transcurrìa casi todas las tardes en
organizaciones de benefeciencias, como por ejemplo la Caritas. Su catolicismo era
sostenido de una fé incorruptible, de un profundo
sentimiento de amor cristiano, y de una contìnua conciliaciòn ideal entre
conservadorismo de valores e ìmpetu altruìstico en la esfera social.
Viviò màs de noventa años y cuando falleciò, también sus hijos eran ya ancianos.
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